jueves, 12 de junio de 2008

Golpear a uno, es golpear a todos; “nos vemos en 2009”, prometen

Jaime Luis Brito
La Jornada Morelos, 13 de junio de 2007

CUERNAVACA. El cielo se abrió la mañana de este jueves, pero no hizo calor. Como si de repente, la lluvia hubiera decidido retirarse de Cuernavaca un momento, para permitir la marcha. San Antón, pueblo que este viernes inicia su tradicional feria, se convirtió en el escenario del inicio de una manifestación que está cargada de rabia.
“Ayer golpearon a Cristóbal… siento como si me hubieran golpeado a mi”, dice una joven que escucha entre la multitud los discursos de solidaridad. Los ojos enrojecidos casi parecen reventarle, si acaso sumará 18 años y entre sus manos lleva una pancarta que juzga ferozmente al presidente municipal.
Entre los presentes se encuentran los ayudantes municipales de Chapultepec, Tlaltenango, Ocotepec, Acapantzingo y otros pueblos. Daniel Montes, del cerro del Chapulín, comenta en corto, “hoy fue Cristóbal, venimos a ver cuándo nos tocará a nosotros”. Una mueca que parece sonrisa acompaña el comentario.
El padre Rogelio Orozco Farías, antiguo párroco de San Antón, ahora sí montado en su silla de ruedas, cita a Don Sergio Méndez Arceo: “no soy juez, yo quiero ser parte de ustedes”. La frase suena fácil, pero a sus más de 80 años, toma un sentido que estremece. “Así es el camino del Evangelio”, comenta otro de los sacerdotes que acompañan al movimiento.
Omar, párroco de San Antón, toma la palabra y parece que se encuentra frente a un grupo del catecismo. Su juventud contrasta con su tono autoritario. La perorata que suelta confunde al reportero. Primero lamenta lo ocurrido al ayudante, luego llama, convoca, casi exige a los presentes respetar la festividad del Santo, la que comenzará este viernes. Algunos cuchichean. “No le entiendo nada a este padre”.
La marcha avanza lentamente. Toma por Jesús H. Preciado. Llega al puente que cruza a Obregón. Sube por Degollado. Para ese entonces el número de asistentes rebasa los 500. Y luego ocurre lo jamás visto. La marcha no sigue hasta Matamoros. No. Recorta su recorrido y toma Morelos en sentido contrario a la dirección habitual de los coches. Aunque sólo una cuadra.
Serpentea por Aragón y León, sigue por Matamoros hasta el Congreso. Ahí se detiene. Pide, demanda, exige que los diputados salgan y escuchen. Luego de unos minutos, y para sorpresa del reportero, el panista René Gabriel Pacheco Inclán, encara la marcha, se mete entre la gente y luego de escuchar las demandas toma el micrófono y se compromete, incluso con la firma de un documento hecho a mano, en un cuaderno forma italiana con espiral, a dar seguimiento a la investigación de la procuraduría sobre el caso.
Por un momento todo parece que se va a salir de control. Los ánimos se desbordan y algunas mujeres rodean al diputado y lo increpan por la situación. El legislador intenta a toda costa mantener la calma. Responde como puede a los reclamos y se retira en medio de una burbuja de elementos de seguridad del Congreso.
Luego vienen los diputados del PRD. Víctor Nájera Medina, su coordinador, no puede evitar lanzar a los comunicadores que siguen la marcha, la sarta de estupideces que acostumbra. Se ha convertido en bufón. Luego toma aire serio y transmite un pronunciamiento de solidaridad y exige al gobierno del estado investigar a fondo la situación. “No es gratuito el ataque a Critóbal”, sentencia el perredista. Acompañado por el líder estatal Juan Ángel Flores Bustamante, no dice nombres, pero en el aire queda una condena a las autoridades municipales.
La marcha retoma su rumbo. Una camioneta de la Cooperativa Pascual, con su acostumbrada solidaridad, reparte botellas de agua. La gente aplaude, grita, agradece. Llega a Galeana y se enfila a Palacio de Gobierno. Ahí vuelve a parar, los gritos de “Jesús Giles fue… y Adame también”, suben de tono. En la avanzada, un provocador con el pelo relamido aparece y reta a golpes a algunos manifestantes.
Como si fueran nuevos, los retados caen en la provocación y corretean al individuo que su huída se refugia en la sucursal bancaria que se encuentra a un lado de la oficina de Correos. Hasta ahí llegan y lo empujan, lo increpan y generan el nerviosismo del gerente que llama a la policía de inmediato. José Martínez Cruz, de la Comisión Independiente de Derechos Humanos, interviene y calma los ánimos.
Las aguas vuelven a su cauce. La marcha sigue por Galeana hasta la esquina que forma con Motolinía. Vuelve el sentido contrario. Y la desplegada alcanza por fin el destino. El antiguo hotel Papagayo ve rota su habitual calma burocrática para convertirse en plaza pública que acoge al grupo indignado que no baja de “asesino” a Jesús Giles Sánchez.
Una mujer es la primera en hablar frente a la oficina del alcalde: “Queremos decirte que te conocemos. Sabemos quién eres y qué haces. También queremos decirte que no eres bienvenido en San Antón. No te atrevas a ir mañana al inicio de la Feria. Si vas, te prometo que te vamos a sacar a pedradas”. No es amenaza. El tono suena a promesa. A promesa de las que se cumplen, no de las que se lanzan en las campañas. De esas que conoce bien el alcalde.
Van tomando la palabra diversos actores. Todos representan a un grupo. Unas personas de Tepoztlán, hacen una ceremonia, de esas que incluyen copal, sahumerio y caracol. Incluye también gritos. Piden paz.
Luego, se escucha la voz de Cristóbal. Con tono sereno, el ayudante de San Antón se comunica con esa multitud que le dice que no está solo a través de un teléfono. “Gracias. Les agradezco su solidaridad. Gracias a mis compañeros ayudantes. Le voy a echar muchas ganas para estar pronto con ustedes, ¿no?”, cierra su diálogo con ese tono de quien viene del barrio. El aplauso es generalizado. Los ojos otra vez se enrojecen. La rabia sigue ahí.
Luego hay una reunión. A media calle se toman los acuerdos de las próximas acciones. Ni una pinta, ni un vidrio roto. La civilidad con la que se conduce la marcha debería dar pavor a las autoridades. ¿Cómo van a responder los gobiernos a esta muestra de organización y coraje? ¿Con qué cara van a acudir a ellos el próximo año en busca del voto?
“El año que entra nos vemos”, grita una mujer enrojecida que ve palidecer su voz. Las tres horas de gritos la han dejado casi afónica, pero no le importa, sabe que el primer domingo de julio de 2009, cobrará muchas facturas. Lo dicho, no es amenaza, es una promesa, de las que se cumplen.

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