miércoles, 9 de julio de 2008

Nada frena un proyecto de relleno sanitario de autoridades panistas

Cuernavaca, Mor. No han bastado los argumentos de científicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) ni el arbitraje de expertos sobre la manifestación de impacto ambiental (MIA) del proyecto del relleno sanitario Loma de Mejía, los cuales revelan que el sitio donde se planea ubicar es altamente permeable y se pondría en riesgo el acuífero de Cuernavaca, la biodiversidad y la integridad de los habitantes. La obra ya comenzó.
Hay un juicio de nulidad en proceso y se ha iniciado una movilización social ante el plan de la empresa regiomontana Promotora Ambiental de la Laguna (Pasa), la cual sigue adelante con el apoyo del gobierno municipal panista. En una visita a Loma de Mejía se constató que la excavación ya comenzó, y toneladas de arena se acumulan en la pendiente de la barranca La Colorada.
Cuando Pasa presentó –el año pasado– la MIA a la Comisión Estatal de Agua y Medio Ambiente, un grupo de expertos en los distintos rubros que planteaba el documento hizo un análisis de éste y lo entregó al organismo, el cual lo aprobó el 7 de junio, un día después de que recibió los comentarios, lo cual indica que no tomó en cuenta la opinión de los científicos, señala Raúl García Barrios, miembro de la Comisión Coordinadora del Macroproyecto Manejo de Ecosistemas y Desarrollo Humano de la UNAM.
Afirma, en entrevista, que las características del sitio donde se construye un relleno sanitario son importantes, “porque la tecnología es imperfecta. Siempre hay riesgos implícitos y la calidad del lugar permite reducirlos”. La norma 083 regula ese tipo de instalaciones y la principal falla de la MIA tiene que ver con la hidrogeología, ya que Loma de Mejía no cumple con los requerimientos.
La regulación señala que ese tipo de instalaciones no debe ubicarse en áreas que hidrogeológicamente sean vulnerables: pantanos, llanuras aluviales y, en particular, zonas de recarga del acuífero. Tampoco cerca de zonas de tránsito de agua ni de ríos permanentes, para lo cual se establece una distancia mayor a 500 metros. Loma de Mejía es un sitio de recarga que está a menos de 500 metros del río Tilapeña, a un kilómetro del cauce La Colorada, que se forma en la temporada de lluvias, y la mayor parte del año tiene agua. Además está a 1.5 kilómetros del río Sabino.
Detalla que en esa región está el Glacis de Buenavista, especie de abanico formado por el arrastre de material volcánico erosionado y que está disectado por siete ríos permanentes y 260 arroyos y arroyuelos. Se trata de las barrancas y barranquillas de Cuernavaca, un claro sistema fluvial.
Agrega que para definir la permeabilidad del sitio no se hicieron estudios básicos, como el estatigráfico –corte vertical sobre el terreno–, el cual consiste en la construcción de un pozo para llegar a nivel freático y tomar muestras de cada fase del terreno para definir las características de la tierra.
De igual forma, en una carta que 295 científicos de la máxima casa de estudios enviaron el pasado 17 de junio a los gobiernos estatal y municipal se puntualiza que la MIA tiene “estudios geofísicos parciales e incompletos”, pues el sitio es impermeable. “Los análisis directos de permeabilidad muestran conductividades hidráulicas de 6 mil y 33 mil veces más de las permitidas por la NOM-083.”
Agregan que hay omisiones y contradicciones importantes entre el análisis y las conclusiones de la MIA, y falta un análisis serio de beneficios, costos, vulnerabilidad y riesgos del proyecto para la salud pública y el ambiente. “En las conclusiones de la MIA se adopta, sin justificación alguna, el resultado de impermeabilidad, lo cual incide en otras conclusiones; por ejemplo, en el impacto esperado sobre la biodiversidad regional y la intensidad tecnológica necesaria para mitigar y controlar los riesgos.”
El investigador Óscar Dorado fue el coordinador de la MIA –también elaboró la del fracasado club de golf de Tepoztlán– y ha creado un conflicto falso entre la UNAM y la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM), indica García Barrios. La manifestación fue hecha por investigadores a sugerencia de Pasa y otro grupo de expertos de la institución educativa morelense, que hizo estudios de biodiversidad y generación de lixiviados, pero no participaron en las conclusiones ni en la integración del documento.
David Valenzuela, del Centro de Educación Ambiental e Investigación Sierra de Huautla de la UAEM y coordinador del apartado de vertebrados de la MIA, expresa que, de acuerdo con el análisis que colegas suyos han realizado de ésta, los resultados tuvieron “un peso específico menor al que debieron haber tenido”.
Indica que el predio analizado tiene gran biodiversidad asociada con las características de las barrancas y es representativa del estado. De las 105 especies de vertebrados detectadas, 20 son endémicas y siete están en algún tipo de riesgo. Se encuentran ahí, por ejemplo, la carpita morelense y el cangrejito barranqueño.
En este capítulo, explica en entrevista, se recomendó llevar a cabo acciones para minimizar la alteración de la vegetación de las barrancas y evitar la contaminación del agua, y se advierte sobre el riesgo de la fauna nociva, como ratas, perros y gatos ferales.
García Barrios señala que en el estado hay 20 mil 800 hectáreas que cumplen potencialmente con la norma 083. De ocho sitios analizados el primero es el Cerdejo, que tiene una calificación de 100, lo cual indica que es el más apto para ubicar un relleno. Loma de Mejía está en el último lugar, con una calificación de 39.

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