viernes, 30 de mayo de 2008

La ciencia y Loma de Mejía

Escrito por Luis Javier Álvarez
La Jornada Morelos

En México, como en muchas otras partes del mundo, la evaluación del trabajo científico se hace con el método de evaluación por los “pares”, es decir, por otros científicos que son ajenos al trabajo particular que se evalúa pero que son capaces de entender lo que se plantea y frecuentemente son especialistas en los mismos temas o en temas afines, es decir, personas iguales en rango o mérito académico, por eso se les llama “pares”.

La regla es que cualquier cosa incluida en la amplia gama de productos científicos debe ser evaluada por pares: una nueva idea o hipótesis, una patente, una propuesta de tesis de grado, una propuesta para solicitar financiamiento, un informe de resultados de cualquier naturaleza, una propuesta de proyecto de desarrollo. El someter un trabajo a revisión por otros miembros de la comunidad científica, además de ser una obligación que surge de la ética profesional, en el fondo es un intento de aumentar el grado de objetividad de lo que se plantea, de tal manera que lo planteado sea perteneciente o relativo al objeto en sí mismo, con independencia de la manera de pensar o de sentir de sus autores y de los revisores. Este procedimiento sirve para que, en general, los productos de la ciencia queden libres de entidades o elementos no científicos o subjetivos, que se limite el número de errores y que se mejore la calidad de los productos de la ciencia.
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El método, claro está, no es infalible, porque puede ser que se limite la circulación de trabajo innovador poco ortodoxo o que se blinde el sistema científico ante los posibles cambios de paradigmas. Un caso especial es la evaluación de trabajos o propuestas que abordan temas de vanguardia para los que las comunidades epistémicas relacionadas son muy reducidas. Un artículo sobre el origen del universo y sobre la suerte que correrá, no lo podrán evaluar con conocimiento más que unos cuantos investigadores en el mundo. En la evaluación entre pares no son inusuales problemas que dañan la objetividad como son el favoritismo y la competencia desleal, por mencionar sólo dos.
Cualquier producto científico, digamos normal, es fácilmente evaluable por la comunidad científica y sus consecuencias deberían ser obvias. Este no es el caso cuando hay intereses ajenos al puro interés de hacer ciencia. En caso de controversias, como aparentemente es el caso de la evaluación del impacto ambiental que podría tener el establecimiento de un relleno sanitario en Loma de Mejía, el contraste entre la visión de la comunidad científica opositora a tal proyecto y la visión de la compañía interesada y los miembros del gobierno y de la iniciativa privada que la apoyan no es en esencia un contraste de opiniones científicas, sino una diferencia de conceptuación, es decir, una diferencia en el juego de categorías que ambos usan para captar la realidad. En el caso de la comunidad científica el interés que subyace a sus argumentaciones es la necesidad urgente de proteger la naturaleza, con toda su riqueza y su valor intrínseco y eliminar la afectación potencial a la salud pública vía el respeto irrestricto a las normas ambientales. En el caso del discurso a favor del relleno sanitario, hay argumentos que parecen científicos, pero que tienen grandes ingredientes ajenos a la racionalidad científica, como son los beneficios económicos, y políticos. Lo primero y radical es el juego de conceptos que usan un grupo y otro para interpretar la realidad.
Hay en esta disputa, sin embargo, un punto de contacto dado por un ingrediente, en principio, científico: la manifestación de impacto ambiental (MIA). La MIA, como producto de la ciencia debe ser sometida a la falsación rigurosa de los pares académicos. Según la epistemología analítica más elemental, si para los pares es imposible refutar racionalmente sus postulados con argumentos o contraejemplos, estos podrán ser aceptados provisionalmente. En caso contrario, es decir, si se encuentra al menos un argumento en contra, deberá ser rechazada y en consecuencia todo proyecto basado en la MIA debe ser igualmente rechazado. Este es quizás el esquema más elemental de evaluación y está lleno de irrefutable lógica. Debería aplicarse este esquema al caso del proyecto de relleno sanitario en Loma de Mejía y a cualquier otra propuesta de solución del problema del proceso de desechos de la ciudad de Cuernavaca por el bien de todos los habitantes del estado de Morelos.

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